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Te has preguntado si deberías decirle ¿Le quiero?

Le quiero, ¿debería decírselo? Cuantas preguntas nos hacemos acerca del amor cuando alguien aparece en nuestras vidas que de verdad nos importa, cuantas cuestiones se asoman al pensamiento que nos alejan de lo que de verdad nos permite navegar en las relaciones, los sentimientos. Y es que así funciona el ser humano cuando tiene miedo a equivocarse, a jugarse a una carta la continuidad de una relación por ser demasiado impulsivo, por moverse por la ansiedad y no respetar los tiempos naturales del otro.

¿Será demasiado pronto?, ¿Debería decir que le quiero?, ¿Saldrá corriendo si me sincero?, ¿Y si no siente le mismo por mi?, ¿Será mejor esperar a que lo diga él?, ¿Perderé la oportunidad de hacer de esto algo más?, ¿Y si se lo pongo demasiado fácil? ¡Va a pensar que me tiene incondicionalmente!

Bobadas. Conectar con los sentimientos de uno mismo es la mejor de las medicinas para el alma. Cuando uno siente algo tan profundo por otra persona del orden del amor e identifica un ¡ostras, creo que me estoy enamorando, creo que quiero a esta persona! Entonces es tan fácil como ser coherentes con lo sentido y hacer aquello que brota desde la espontaneidad y el coraje de aceptar y reconocer un sentimiento que necesita ser comunicado, compartido y verbalizado. Decir te quiero forma parte de las relaciones y favorece la sintonía entre lo corporal y lo emocional, engullir los sentimientos nos hace desconectar de nuestra necesidad primaria de ser reconocido por los demás y nos aleja de la esencia de las relaciones personales, la comunicación de los estados mentales.

Callar las emociones o decirle que le quiero

Todo lo no dicho, lo callado, lo evitado, lo medido, lo ignorado queda en nosotros, nos debilita y nos procura el malestar, en algunos casos hasta la enfermedad, callar las emociones es silenciar al alma y caminar por la vida como un autómata que solo hace uso de lo razonable, lo pensado y lo que se considera adecuado, escindiéndose del más básico de los sentidos, el sentido común. Y es que…si te quiero…que le vamos a hacer, necesito ponerlo en palabras, contárselo al mundo, regalarte el mensaje con la gran ilusión de que sea compartido, sin medir los tiempos ni las circunstancias, después, ya veremos, mientras tanto, me permito ser leal a lo sentido.

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¿Por qué nos da miedo decir un te quiero?

Es un asunto complejo, desde luego, algo que debería surgir de manera natural para algunas personas supone un problema porque se despiertan miedos que hacen que se valore la situación como si en ella hubiese riesgos y por tanto se vivencia desde la ansiedad. Las amenazas percibidas tienen que ver no sólo con el carácter del otro o la historia de la relación, sino sobre todo con los mensajes aprendidos en cuestión de relaciones amorosas y con las inseguridades personales de no ser correspondido o ser dañado al sentirse vulnerable. Es en ese estado donde surgen un montón de pensamientos catastrofistas sobre las consecuencias de expresar el amor y se tiñe a la emoción sentida de un montón de ideas dañinas, erróneas e irracionales que resultan bloqueantes.

Ser correspondido o no queda fuera del control de uno, dependerá de la otra persona, ¡por supuesto! y parte de vivir al amor consiste también en exponerse al desamor, en acertar el riesgo para ser fieles a la vivencia amorosa que cada uno percibe en sí mismo, al margen de lo que el otro haga con ello. La experiencia previa de no haberse sentido suficientemente querido, de haberse visto rechazado en el pasado o de vivir experiencias dolorosas como la pérdida o la traición, pueden ser las cómplices de un estado de hipervigilancia o de exceso de estar pendiente de las respuestas de la nueva persona amada, tratando de adivinar sus pensamientos y sus reacciones en un intento de evitar volver a experimentar el daño que se sufrió tiempo atrás y por tanto relacionándose de forma ansiosa. Es entonces cuando aparece la pregunta martilleando y boicoteando al amor: ¿Debería decirle que le quiero?

En realidad el amor es un sentimiento natural, instintivo y tremendamente fácil de identificar. El amor, si es sano, resulta sencillo, al menos para el establecimiento de un vínculo, lo que venga después será algo que irá construyéndose con el tiempo y en donde influirán demasiadas variables como para poder ser controlable. Decir un te quiero no conoce de orgullos ni de egos ni de resistencias, pronunciar estas dos palabras permiten no sólo sentirse liberado y conectado con uno mismo, sino también abrir el camino para que el otro, que seguramente también esté librando una batalla interna entre el pensar y el sentir, pueda sumarse al gesto de iniciar una relación donde los sentimientos sean los motores de la construcción de la pareja o, por el contrario, ayudarle a darse cuenta si se encuentra en la misma posición que el otro y si puede tener sentido continuar o no, cuanto antes, mejor.

El amor es un sentimiento natural Click to Tweet

Si sientes que quieres a alguien, reconócelo, siéntelo, disfrútalo, porque es un sentimiento precioso y si de verdad quieres ser fiel a ti mismo, díselo, no hay aciertos ni errores, ni riesgos ni miedos que puedan ponerle freno al amor que uno siente, después la realidad será acogida como venga, sin ansiedades, nada está a prueba más que uno mismo en cada decisión, en cada palabra y en cada gesto, eso es lo único de lo que debemos hacernos responsables. No decir o no hacer por si acaso me equivoco nos mantiene quizá seguros y en una zona de confort, pero desde luego, nos aleja de vivir la vida tal y como se presenta y de lograr hacer realidad ese amor sentido.

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