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Dimensiones del amor en la adolescencia

En la adolescencia se pone en marcha la búsqueda de la identidad personal, quién soy, quiénes son mis amigos, qué música me gusta, qué quiero estudiar, qué quiero hacer con mi vida adulta, a quién me parezco, cuáles son mis ideales, mis valores, mis sueños, si me gustan los chicos, las chicas o ambos, en definitiva el paso hacia la vida adulta lleva consigo una gran cantidad de interrogantes que tardarán mucho tiempo en responderse con serenidad.

En este escenario de inestabilidad emocional, dudas, miedos, impulsividad y necesidad de vincularse fuertemente con los iguales, nace el interés romántico hacia aquellas personas a las que se admira o con las que se identifica. El primero de los grandes amores es en muchas ocasiones platónico, no se pasa ni a la vinculación ni al plano físico porque el amor gira en torno a una imagen idealizada de alguien con la que se suspira en silencio, la gratificación es entonces fantaseada y el adolescente entra en contacto con sus primeras sensaciones físicas que le acercan al placer sensual y erótico donde el objeto amado destaca por su perfección, no tiene aristas, solo bondades. En la adolescencia el amor platónico suele durar un tiempo definido, normalmente cuando más acceso se tiene al amado más rápido se resuelve al ideal y se transforma en humano. En otros casos, cuando uno ama profundamente a una estrella mediática es posible que se sostenga en el tiempo esta necesidad de admirar desde lo erótico ya que se termina transformando en una forma de identidad para el joven y a veces, para el adulto.

En el plano más físico el amor adolescente enciende la mecha de lo que será una explosión de sensaciones nuevas, físicas y emocionales, donde las caricias, los besos, el fuerte sentimiento de apego, la fantasía, el erotismo de cada mirada y el deseo de tener contactos sexuales son experimentados con arrebatamiento. La intensidad de cada sensación pone al descubierto el descubrimiento de una parte de sí mismo que hasta ahora permanecía latente, adormecida: la sexualidad, siendo la pasión el elemento central en cada interacción.  Los encuentros vienen de la mano de los desencuentros, tanto las muestras de afecto como las discusiones son vividas in extremis, el amor es frenético más que reflexivo, es aun inmaduro y no se comprende de otra manera que desde la exaltación hormonal y evolutiva.

Amar y ser amado en la adolescencia adquiere importantes matices de cara a sentir que se forma parte importante de un grupo de iguales, que se puede ser admirado y aceptado. Los jóvenes no sólo están despertando en su sexualidad sino que además se pone en juego su capacidad de instrumentalizar el amor y el deseo en busca de la mirada de los demás, viviendo en cada romance una historia que contar y con la que comprobar socialmente su valía erótica.

Los primeros romances tienen como base ideas colectivas que exponen a los jóvenes en la adolescencia a vivir las relaciones de forma tormentosa: los polos opuestos se atraen, los amores queridos son los más reñidos, por amor se aguanta todo, solo existe un amor para toda la vida, los celos son normales en el amor verdadero y otras genialidades que aun hoy cimientan las bases del mal amor en la pareja. El adolescente se hace eco de este ideario que fue rescatando en sus aprendizajes, especialmente con la mercadotecnia del amor y comienza así su carrera de sufrir por amor, abandonar sus intereses, sus estudios, sus gustos y hasta sus amigos, sin entender aun que el amor no duele, no castra, no perturba. Con el paso del tiempo es probable que vaya aumentando la reflexividad y vaya introduciendo ideas nuevas que sin duda mejorarán la calidad de sus vínculos afectivos. Parece entonces que la primera pareja puede convertirse en una experiencia increíble de descubrimiento de uno mismo o bien pueda quedar marcada por su carácter devastador donde más que ganar placer se obtuvo sufrimiento.

El adolescente vive por primera vez el amor romántico en tres dimensiones Click to Tweet

El adolescente vive por primera vez el amor romántico en tres dimensiones principales:

  1. El deseo erótico. El despertar sexual pasa del interés centrado en uno mismo a compartir sensaciones físicas con el amado en un proceso con un ritmo muy personal donde suelen darse diferencias significativas entre sexos. Las chicas suelen experimentar la unión romántica previa a la intimidad sexual mientras que los varones aumentan su implicación emocional con el intercambio erótico.
  2. El vínculo de apego. Por primera vez el tipo de relación que se persigue tiene unos matices diferentes a todo lo anterior conocido, la necesidad de ofrecer y recibir muestras de afecto es más intensa y más centrada en el elegido, a veces confundiendo la pasión con poseer al otro y despertando en una necesidad de duración eterna del vínculo como si la vida ya no tuviese ningún otro sentido que el obtenido en la relación.
  3. La idealización. El amor romántico parte de la imagen idealizada del otro, aquello que los demás no ven es engrandecido por el enamorado, que el amor es ciego se experimenta en su máximo esplendor la primera vez que se convierte en una realidad. La admiración por muchos aspectos del otro nubla y confunde la conciencia sobre las partes menos magníficas del otro, generando un estado de conciencia alterado que permite la creación de un vínculo tan profundo.
Las chicas suelen experimentar la unión romántica previa a la intimidad sexual Click to Tweet

La fuerza con que se vivencia el primer amor en la adolescencia deja una huella recordada en sus aspectos más dulces y amargos que sin embargo se supera con la re experimentación del enamoramiento en etapas posteriores, siendo un aprendizaje más con el que partir a la vida adulta con herramientas necesarias para la búsqueda de pareja.

Si eres adolescente y quieres compartir frases románticas te dejamos este enlace a nuestra sección frases de amor para adolescentes.

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