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Los nietos, un amor de verano para los abuelos

Generación tras generación las familias crecen generando vida, la llegada de los hijos y después la llegada de los nietos, de los bisnietos, y así sucesivamente, acogiendo la vida a la vez que se desprende también de ella con la partida de los que ya terminaron su ciclo. El nacimiento es siempre motivo de celebración, cualquier ser humano siente cierta emoción ante la llegada de una nueva criatura, como si con ella viniese el recuerdo de que estamos vivos y somos creadores y escultores de lo que está por venir.

Un canto a la vida es el llanto de un hijo al nacer, fuese deseado o no, programado o accidental, nos pone en contacto con el instinto de procreación y mantenimiento de la especie, la emoción está servida. Si bien esto es obvio con la llegada de los hijos, un momento vital que para muchos se codifica como los tiempos más felices vividos, también es experimentado por los abuelos aunque con intensidades y experiencias afectivas diferentes.

¿Qué relación tienen los abuelos con los nietos?

La relación de los abuelos con sus nietos viene mediada por la afectividad que exista con los padres, es decir, habrá más vinculación cuanta más proximidad afectiva haya con los intermediarios y menos cuanto menor sea el contacto. Son los padres los mediadores y facilitadores de que la vinculación de sus hijos con sus abuelos sea posible. Cuando todas las condiciones son óptimas entonces es cuando podemos hablar de ese amor especial que describen muchos nietos acerca de sus abuelos y viceversa. Pensemos entonces en estos casos donde realmente se ha podido desarrollar el vínculo exitosamente y el amor está permitido entre ellos, sin trabas ni condicionamientos.

El arbol de la vida, los nietos

El nacimiento de un hijo siempre es motivo de celebración Click to Tweet

La ternura de los abuelos

Los abuelos encarnan la ternura, la paciencia, la experiencia y la mirada incondicional, ingredientes necesarios para que los peques de la casa se sientan amados, protegidos y especiales. Su posición es la de complacencia, no es su deber convertirse en figuras de autoridad ni en poner límites ni normas, no están en ese lugar tan difícil que deben encarnar los padres buscando el equilibrio entre ser “buenos y malos” al mismo tiempo. Los abuelos pueden ser siempre buenos, son los expendedores de los mimos que tuvieron que contener hacia sus hijos porque su función es la de amar, dar, entregar sin esperar nada a cambio y sin volcar expectativas hacia ellos, se trata de un amor más libre y agradecido. En ese rol que querer y disfrutar exclusivamente del amor hacia el nieto es donde los peques pueden experimentar el gozo de ser queridos sin tener que hacer luchas de poder, con los abuelos uno no pelea, más bien se alía para lograr sus fines, encuentra en ellos un guiño a la camaradería que promete conseguirle propósitos o facilitarle la tensión con los padres.

Los abuelos vuelven a experimentar las sensaciones de ser padres con sus nietos Click to Tweet

Entonces, la calidad del vínculo… ¿Es mejor? No necesariamente, pero sin duda es diferente. Los abuelos fueron padres en un momento de la vida en que el trabajo, la obligación y la responsabilidad ocupaban el centro de su vida, a su vez, tener hijos implicaba una serie de expectativas, conscientes o no sobre ellos, lo que conlleva importantes implicaciones relacionadas con la vinculación, la educación, la transmisión de la identidad y un largo etcétera que no corresponde en estas líneas. Ser abuelo libera de todos estos condicionamientos, se vive una época más dura por la llegada de la madurez pero también se dispone de más tiempo, más sosiego, menos obligaciones (sin hablar de las impuestas a muchos abuelos en los cuidados de sus nietos), una disponibilidad para los cuidados afectivos con más apertura para disfrutar del cariño hacia ellos, abuelos y abuelas pueden volver a experimentar aquellos años dorados donde criaron a sus propios hijos, volver a recordar cómo fueron ellos, qué les faltó, que les sobró, en qué se equivocaron, qué cosas harían de forma diferente, es como una segunda oportunidad donde dedicarse básicamente a amar a sus nietos sin condición alguna.

Los nietos,  ¿un regalo para los padres?

Los nietos pueden suponer un regalo de los hijos a los padres, una ofrenda a los cuidados que recibieron y que ahora devuelven haciendo honor a los anteriores. En este sentido el abuelo puede amar también a sus hijos a través del cariño hacia sus nietos, lo que también es una forma de regalar al hijo el reconocimiento por su propia vida, “Yo te di la vida y te di lo que en ese momento tenía para ti, ahora puedo darle a  que tus hijos lo que tengo ahora y quererte a través del cuidado hacia ellos”.

Los abuelos son especiales para los nietos y con mucha frecuencia se sienten “el favorito” de alguno de ellos, favoritismos que son más complicados -e hirientes- a la hora de mostrarse con los hijos. Tener un nieto favorito está permitido. Mimar a los nietos está aceptado. Aliarse con los nietos para escapar de las duras normas de los padres se vive con ternura. Los abuelos pueden ahora hacer lo que no tuvieron tiempo de disfrutar con sus hijos, jugar, reír, contar historietas, relajarse con las cosas de niños y respetar sus tiempos.

A medida que los nietos crecen se experimenta además el gusto por aconsejarles, regalarles palabras que en muchas ocasiones no supieron o no pudieron ofrecerles a sus hijos. Ahora se permiten una mayor sinceridad y apertura, al fin y al cabo no llevan a sus espaldas el peso de ser sus padres, sino la ofrenda de ser sus abuelos. Y seguramente así debería ser, los abuelos son los ángeles que acompañan a los niños hasta que están listos para dejar de pelear con los padres, transmisores del conocimiento de las generaciones anteriores que dan sentido a la continuidad de su familia y amantes sinceros e incondicionales de esos locos bajitos que vuelven a dar sentido a sus vidas tras la ya lejana crianza de unos hijos que también les necesitaron.

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