Te has preguntado alguna vez ¿Cuánto dura el amor?
¡Ay el amor, cuantas alegrías y penas guardan sus historias cuando probamos el elixir de la vida! ¿Me querrá? ¿Sentirá lo mismo que yo? ¿Cuánto dura el amor? ¿Se puede seguir respirando si lo pierdo? ¿Será así eternamente? El amor y sus aristas…siempre vivas, presentes e inevitables en cualquier tipo o momento de la relación.
Más que hablar del tiempo del amor, que obviamente puede durar toda la vida quizá el ojo hay que ponerlo en las etapas del amor, estas si tienen un curso más o menos descrito, especialmente la primera, el encuentro con el otro, el enamoramiento, ese que nos deja lo suficientemente ciegos como para no ver más que lo que queremos y nos quieren mostrar.
Fases en el desarrollo del amor
Joan Garriga terapeuta y fundador del Instituto Gestalt en Barcelona en su libro El buen amor en la pareja, establece varias:
* Primera. Enamoramiento. Para el autor enamorarse significa “Me mueves mucho, pero te veo poco” (es decir, veo poco lo que en realidad eres y mucho lo que en realidad deseo ver).
* Segunda. Elección de la pareja. Después del enamoramiento acontece en la relación el “Ahora voy viendo mejor quién eres, y ya no me mueves tanto, pero sí lo suficiente como para elegirte y continuar un camino común en alguna dirección”.
* Tercera. Compromiso. Cuando la relación prospera nos decimos “Ahora, nuestro amor, nuestro vínculo y lo que hemos creado en común tiene más fuerza y más peso que nuestras parejas anteriores y que nuestra familia de origen”.
No hay más que observar con mucha curiosidad la historia de miles de parejas para observar que el amor es un sentimiento que se da con continuidad cuando hemos establecido un buen vínculo con la pareja, es algo que está siempre presente, queremos al otro, de eso no suele haber dudas.
Quizás te quieras conocer si los hombres y las mujeres aman del mismo modo.

¿Cuánto dura el amor?
¡Yo le quiero, pero no sé si le amo! He aquí la cuestión…querer…amar…podemos querer durante toda la vida, el amor no se acaba cuando uno abre la puerta para marcharse, perdura a pesar del tiempo, a pesar de la distancia, cuando hemos querido podemos seguir haciéndolo, otra cosa muy diferente es el enamoramiento, el arrebato, la necesidad del otro.
Helen Fisher, antropólogo y biólogo estadounidense, en sus estudios con cientos de parejas dio con un patrón que se repetía, las mujeres tenían hijos como media cada cuatro años, justo el tiempo que se estima de media para la caducidad del matrimonio.
El contacto sexual en el amor
Según Fisher existe una etapa inicial en el enamoramiento donde prima el contacto sexual, otra que denomina del cariño en la que suele producirse la crianza del hijo y una última donde se daría bien la perpetuación bien la separación.
En este sentido las neurociencias coinciden en explicar el inicial enamoramiento como una descarga de dopamina y testosterona que nos colocan en un estado de obnubilación de la conciencia, de euforia, de hiperactividd y de pérdida del apetito. Al igual que un descenso de la serotonina en el cerebro que tendría que ver con la obsesión que se genera por el otro.
Lógicamente el desgaste biológico es importante y el cuerpo no puede mantenerlo demasiado tiempo, por lo que dependiendo de los “afectados” el organismo irá normalizando los niveles de las hormonas y los neurotransmisores, eso sí, aunque en momentos puntuales a lo largo de la pareja puedan volver a elevarse de pronto, alimentando el interés por el otro.
¿Cuándo se pierde la atracción sexual?
Según Dietrich Klusmann, psicólogo cognitivo de la Universidad de Hamburgo, las mujeres perderían el deseo sexual por sus parejas a los cuatro años de relación, ¡Válgame el cielo…y nos casamos para toda la vida! Mientras que el hombre lo mantendría más o menos igual. ¿Casualidades o estamos diseñados para procrear?
No todo van a ser malas noticias, sí, tenemos un instinto sexual y de vinculación con la pareja, sí, no es eterno, sí parece que según unos a los cuatro y según otros a los siete, si la pareja no ha crecido, con hijos o con proyectos, en definitiva, sino ha dado vida, corre el riesgo de esfumarse, ojo, no el amor, sino el enamoramiento.
Ahí está el tema, pasadas las primeras fases, las primeras crisis, pasados los hijos o los proyectos que nos unieron, ¿Qué queda? Robert Sternberg, psicólogo y profesor en la Universidad de Yale, propuso la Teoría triangular del amor según la cual tendría tres componentes necesarios: intimidad (cercanía emocional), pasión (atracción sexual) y el compromiso (proyecto de pareja en común).
El verdadero amor para el psiquiatra y sexólogo Germánico Zambrano precisamente es aquel que posee estos tres componentes de una forma integrada, la pareja va sumando espacios compartidos, amigos, familia, proyectos y se compromete a la exclusividad, si todo se hace desde el cariño, la admiración y el respeto el amor puede durar toda la vida.
¡Sï, se puede, claro que se puede! El amor se crea, se transforma, se cuida, se riega, se trabaja y solo así, poniéndole intención y evitándole grandes disgustos, de esos que directamente lo rompen, puede entonces descubrirse el amor puro, el que se coloca en el otro para siempre y el otro lo acoge amablemente para protegerlo y devolverlo.
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