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Viajar por el planeta

Asistimos en la era de la comunicación a grandes cambios en la organización social, lo que hasta ahora era válido como modelo a perpetuar para los más jóvenes: el desarrollo de una carrera profesional estable, la formación de una familia, la adquisición de bienes inmuebles y la inversión en garantías económicas, todo ello diseñado en torno al concepto de seguridad, está en desuso. Los tiempos han cambiado y la estabilidad empieza a dejar de ser la prioridad para asumir a la incertidumbre y el cambio como elementos clave que permiten una mejor adaptación en los tiempos que corren, aprendamos a viajar.

El planeta abre sus puertas a través de internet, donde las fronteras desaparecen para navegar con mayores posibilidades de apertura al mundo, el acceso a la información es ilimitado y con ello se multiplican las alternativas para encontrar modelos de vida diferentes. Hasta ahora eso de viajar se concebía como un privilegio para unos pocos, nos vendieron el turismo como la tarjeta de presentación del poder adquisitivo, un turismo organizado, predecible, globalizado y caro. Los tiempos han cambiado.

¿Eres joven? ¿No tienes dinero? ¿Tienes motivación para el cambio? ¿Te interesa conocer cosas diferentes? Lo mejor que puedes hacer entonces es viajar, recorrer el planeta y abrirte a experiencias nuevas y enriquecedoras. Salir de la zona de confort es fundamental para el crecimiento personal, desde luego que conformarse con lo conocido y agarrarse como un clavo a las circunstancias que a uno le tocan es humano pero sin duda las probabilidades de cambio y mejoría van a ser escasas.

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Ser joven y sano son las únicas condiciones necesarias a la hora de embarcarse en un aventura a modo de explorador, los recursos personales pueden facilitar el acceso a las necesidades básicas para la supervivencia, comida, agua y cobijo, aunque sin duda también pueden desarrollarse y aprenderse en directo y es que el hambre agudiza el ingenio y el ser humano tiene una capacidad innata para la adaptación a situaciones nuevas y adversas. Cuando uno se acomoda tiende a temer el cambio, el mundo se hace demasiado grande para uno y la opción que precisa de menos recursos es quedarse quieto, a la espera de que la vida nos traiga nuevos caminos y nos brinde de oportunidades sin movernos de la zona de seguridad. El miedo entumece, restringe, limita, el miedo no permite el desarrollo de una mente creativa y nos hace esclavos de él.

Viajar con pocos recursos económicos es posible, eso sí, no hablamos de viajes de placer con grandes resorts de lujo o cruceros con barra libre, hablamos de buscarse la vida, de conocer nuevos países, de relacionarse con los lugareños, de aprender su idioma, de adaptarse al modo de vida que impere en su sociedad y de explotar nuestras habilidades relacionales e intelectuales para buscar algún medio para ganarse la vida. Lo fundamental es buscar varias opciones que cubran las necesidades básicas a la llegada, es importante la imaginación pero aún más ¡una buena conexión a internet! Existen redes sociales fantásticas que permiten la conexión con anfitriones locales, por ejemplo, CouchSurfing  es una red donde lugareños de todo el mundo están dispuestos a dar alojamiento por una, dos o tres noches, aquí, el intercambio cultural es la única moneda de cambio, la finalidad es conocer personas afines de diferentes partes del mundo y ofrecerles un sofá y buena conversación; también destaca WWOOF que conecta a los viajeros con granjeros dedicados a la producción orgánica, donde el trueque de techo y comida por trabajo es el pacto. Otros muchos jóvenes buscan desde sus países de origen opciones de arranque como au pairs, en estos casos el destino comienza en una familia con niños pequeños a los que habrá que atender unas horas al día a cambio de casa, comida y un pequeño salario que permitirá cubrir los gastos extra. ¡Cuantas posibilidades! ¿No es increíble?

Si, el mundo está cambiando, habrá que ponerse al día entonces y empezar a pensar que ese modo de vida de estabilidad y arraigo en el lugar donde uno creció es solo una opción entre otras muchas. Si eres joven tienes el tiempo en tus manos, quizá no tienes dinero, ni idiomas, ni grandes habilidades, pero posees el tesoro más preciado: energía, motivación, fuerza y salud, eso sí, con fecha de caducidad. Ser joven permite aprender cosas nuevas, adaptarse con más facilidad, aun no se tienen cargas familiares ni económicas y se necesitan muy pocas cosas materiales para encontrar la felicidad, sin duda, ingredientes claves todos ellos para colgarse una mochila y decirle al mundo: ¡Allá voy!

Ya no hay peros, eres libre de elegir y las opciones están esperándote, nada hay que perder porque viajar es un aprendizaje constante para nosotros, nos permite conocer, abrirnos a las diferencias, eliminar prejuicios, aumentar la tolerancia, aprender a adatarnos rápidamente, nos permite establecer lazos de amistad fuertes, relacionarnos más, adquirir idiomas, resolver problemas, tomar decisiones, hacernos cargo de nuestro tiempo y cambiar para crecer. Seguramente es la mejor inversión para cualquier persona joven que volverá de su aventura cargada de sabiduría, experiencia y seguridad en sí mismo, ya preparado entonces para decidir qué necesita incluir en su vida de una forma consciente, sin imposiciones ni presiones sociales. La vida es tuya, te pertenece y estás a tiempo de diseñarla a tu manera, no tengas miedo, ¡viaja!

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